El subtítulo de esta obra posee un sentido histórico. En los albores de la organización nacional de las carreras militares no contaban con escuelas apropiadas y simplmente los alumnos comenzaban sus estudios formando parte de las fuerzas frecuentemente en acción o de guardia en fronteras y lugares lejanos. Los militares se formban en cuarteles y a menudo en campaña o fortines destinados a la preservación de los territorios ocupados por pobladores que hacían avanzar la civilización tal como se la entendía en la época, a los lugares aún dominados por gente primitiva que no sabía vivir en paz. Y los marinos, a falta de instalaciones terrestres adecuadas, comenzaban su carrera embarcados en los mismos buques que en el futuro comandarían. La vida a bordo, especialmente, al desarrollarse en un espacio acotado frecuentemente aislado, en eterna lucha contra el mar, no era un simple y cómodo lugar de estudio, sino un duro ambiente de vida, una fragua, un yunque, donde, a la par de la instrucción, se formaban los caracteres a motivo de nuestro estudio, sino a todos los que por entonces y hasta bastante después, en largas fructíferas carreras profesionales, nutrieron los cuadros oficiales y tripulantes de nuestra armada y cuadros de nuestro ejército.

Manuel Domecq García, con su extraordinaria historia personal, lo hemos tomado como un ejemplo de esa época digno de ser recordado, aprovechando la circunstancia de que su último nieto, Horacio Forn Domecq es el depositario de vívidos recuerdos y anécdotas que su abuelo le transmitió personalmente.